Prevenir el envejecimiento
El envejecimiento no es algo brusco y repentino. No nos acostamos jóvenes un día y nos levantamos al día siguiente viejos y achacosos. El envejecimiento, y las afecciones degenerativas asociadas, es un proceso gradual que comienza desde el instante mismo de la gestación, antes incluso del nacimiento. Es preciso, pues, preservar al organismo de cuantas agresiones, propias y externas, contribuyan a acelerar ese proceso. Entre ellas, la oxidación celular producida por los radicales libres. Una prevención eficaz puede incluir, además de una actividad o ejercicio físico moderado, tanto una dieta adecuada a cada persona y sus necesidades, como el uso de complementos alimenticios.
Las oxidaciones, que resultan indispensables para el funcionamiento del metabolismo humano, desempeñan también un importante papel en el proceso del envejecimiento. El organismo se vale del oxígeno para convertir la energía procedente de la alimentación en una forma de energía válida para la nutrición celular. Mediante esa capacidad de quemar las calorías alimentarias, gracias a los enzimas de sus mitocondrias, las células logran un considerable aumento del rendimiento energético de su alimentación.
A la vez, una parte del oxígeno activo producido en esas reacciones sale al exterior de las células y origina moléculas o compuestos químicos sumamente reactivos, conocidos como radicales libres. La formación de radicales libres es una reacción en cadena a partir de un radical libre, que se une a otros componentes celulares y los destruye. Esa reacción en cadena provoca modificaciones irreversibles en los principales componentes de la célula, y así, con la pérdida de actividad de los enzimas celulares, la destrucción de los lípidos de sus membranas y la alteración de los ácidos nucleicos, avanza el envejecimiento, tanto de las células consideradas aisladamente como del organismo en su conjunto.
Para hacer frente a dichos procesos, las células elaboran sustancias enzimáticas
antioxidantes (superóxido dismutasa, catalasa, glutatión-peroxidasa) que actúan como catalizadores biológicos gracias sobre todo a los oligoelementos que contienen (selenio, manganeso, zinc, cobre) y que degradan, neutralizan y desintoxican los radicales libres.
Pero con el paso de los años, y debido al debilitamiento prácticamente inevitable de las enzimas antioxidantes, todos los tejidos del organismo tienden a oxidarse.
Las mitocondrias (partes de las células que albergan cadenas de enzimas que intervienen en la respiración celular) producen una cantidad de energía que varía a lo largo del día, con unos picos después de las comidas o el ejercicio físico, en los que se consume gran cantidad de oxígeno. La producción de radicales libres se incrementa asimismo ante situaciones como una inflamación o la presencia de contaminantes, por ejemplo plaguicidas y herbicidas utilizados en los alimentos producto de la agricultura normal o extensiva, no biológica o ecológica.
Aunque normalmente buena parte de los radicales libres presentes en nuestro cuerpo son producidos por éste, la exposición a los radicales libres del ambiente (luz solar, rayos X, radiación, derivados químicos), de los alimentos o las bebidas ingeridas, aumenta en gran proporción la carga de radicales libres del cuerpo.
Es decir, que el organismo ha de adaptar en cada instante y continuamente su producción de antioxidantes. Cualquier alteración brusca rompe el equilibrio existente y oxida los elementos sensibles de la célula, situación calificada como sobrecarga oxidativa o estrés oxidante.
Antioxidantes alimentarios y suplementos
En opinión de Mikel García Iturrioz, especialista en Nutrición y Medicina Biológica: “La teoría radicalar" ofrece la esperanza de una prevención de fácil acceso para algunas de las patologías relacionadas con ese estrés oxidante, ya que un suplemento de antioxidantes naturales podría reducir los riesgos y retrasar el envejecimiento, ya que la administración de vitaminas como las C y E ha demostrado prevenir el envejecimiento mitocondrial y por tanto, podría retrasar el envejecimiento celular”. Demostrado, en 1979, que la administración de algunos antioxidantes es capaz de aumentar la vitalidad y la longevidad media de ratones, más tarde se observó que asimismo protege frente al deterioro de la función inmune asociada al envejecimiento. El sistema nervioso central, por su composición, muy rica en ácidos grasos poliinsaturados, de fácil oxidación, es particularmente sensible a dicha oxidación, susceptible de provocar la alteración de diversas estructuras nerviosas.
Cuando se busca un efecto antioxidante mediante la suplementación dietética (con vitaminas C y E, por ejemplo), comenta García Iturrioz: “Se utilizan dosis que superan por mucho las recomendaciones dietéticas, ya que no se persigue meramente evitar la aparición de enfermedades características de las deficiencias en estas vitaminas, como el escorbuto, enfermedad producida por la carencia de vitamina C”. Se recomienda la ingesta simultánea de varias vitaminas, cuando se toman estas, suele recomendarse elegir preferiblemente complementos multivitamínicos, que recurrir a la ingesta de alguna vitamina sola.
¡No te pierdas la segunda parte de Prevenir el Envejecimiento, hablaremos sobre cada uno de los antioxidantes y su importancia!
Fuente:LauraDoria